Publicado en Newagecule el 24 de septiembre de 2012
Ryder Cup ... La verdadera Copa de Europa
Septiembre 1977 22ª Ryder Cup. Jack
Nicklaus no está contento. Estados Unidos está venciendo, como en
todas y cada una de las ediciones desde 1957, pero el mejor jugador
de golf de su época está triste. Y no es por dinero, aunque lo
cierto es que no va a cobrar nada por jugar la Ryder . Así que
Nicklaus va a hablar con el presidente (el de la asociación de
jugadores británica) porque quiere explicar los motivos por los que
está insatisfecho y le dice que es necesario ampliar los
procedimientos de selección de jugadores si se quiere que la Ryder
Cup continúe manteniendo su prestigio.
Y es que el equipo de las Islas
Británicas e Irlanda ha vencido una única vez desde 1933 al equipo
de los Estados Unidos, con lo que el torneo corre el riesgo de
convertirse en una exhibición de los americanos, ante los cada vez
más impotentes británicos. Nicklaus, el Oso Dorado, el ganador de
18 Grandes, está expresando un sentir general. Por eso, para la
siguiente edición, en 1979, el equipo pasa a ser el equipo de
Europa, al abrirse la posibilidad de seleccionar a jugadores del
Continente. Severiano Ballesteros y Antonio Garrido serán los
primeros.
Pero en 1979 no ocurre nada nuevo; los
americanos vencen sin problemas. Es más, en 1981 no sólo vuelven a
ganar, sino que lo hacen por una diferencia aun más amplia. Pero
llega 1983 y una Europa en la que destacan Nick Faldo y Bernhard
Langer queda a un solo punto de los americanos. Europa ya compite; la
cuestión no es si vencerá alguna vez, sino cuándo.
Es 1985; The Belfry, Inglaterra. El
viernes los americanos van por delante (4,5 a 3,5), pero será en el
sábado cuando cambie la marea; Europa consigue empatar por la mañana
(6 a 6), y se pone por delante por la tarde (9 a 7). Quedan los 12
partidos individuales. Manuel Piñero marca el camino venciendo a
Lanny Wadkins en el primer partido; será el más eficaz de la
edición con 4 puntos obtenidos sobre 5, 3 de ellos haciendo pareja
con Severiano Ballesteros, que firma un empate en su partido tras
ganar tres hoyos de los últimos 5. Sin embargo, corresponderá a
Sam Torrance, en el séptimo partido, conseguir el punto definitivo
para Europa. Su imagen será la de la edición, con el putt en la mano
izquierda, los brazos levantados, y las lágrimas corriéndole por la
cara hasta su bigote. Es la emoción de una victoria esperada toda
una vida.
A partir de entonces, Europa ya no miró
atras. 8 victorias desde la primera frente a 4 victorias americanas,
y un empate. En 1987 Europa venció por primera vez en suelo
americano, resultado que ha repetido dos veces más. Lo que en 1985
resultaba épico, hoy día se ha vuelto habitual. Yo tengo grabada en
la memoria más alguna de las derrotas, que las victorias. Quizá
porque se han vuelto escasas, y resultan más dolorosas. La de 1991,
en la que Langer falló el último golpe, del último hoyo, del
último partido perdiendo medio punto que habría permitido empatar a
14 y retener la copa.
Y sobre todo la de 1999, aquel terrible domingo en el que los americanos remontaron brutalmente en los individuales, con 8,5 puntos sobre 12, habiendo empezado el día con un 10-6 en contra. La televisión saltaba de un golpe increible a otro de los americanos, hasta que todo quedó en manos de Olazabal, que ganaba por 4 a falta de 7 hoyos, pero tras una enorme remontada de Justin Leonard salió en el 17 empatado. Y en el 17 se rompió todo, porque Leonard la metió en el hoyo desde 15 metros, y los americanos invadieron el green en su celebración, pese a que sólo el fallo de Olazabal, que golpeaba después, les aseguraba obtener el medio punto que necesitaban para ganar la copa (el empate no les valía al haber vencido Europa en la anterior edición). Olazabal trató de recuperar la concentración, pero su golpe era difícil y lo falló, dando la victoria a los americanos. Pocas veces en mi vida he sentido tanta rabia como en ese momento.
Y sobre todo la de 1999, aquel terrible domingo en el que los americanos remontaron brutalmente en los individuales, con 8,5 puntos sobre 12, habiendo empezado el día con un 10-6 en contra. La televisión saltaba de un golpe increible a otro de los americanos, hasta que todo quedó en manos de Olazabal, que ganaba por 4 a falta de 7 hoyos, pero tras una enorme remontada de Justin Leonard salió en el 17 empatado. Y en el 17 se rompió todo, porque Leonard la metió en el hoyo desde 15 metros, y los americanos invadieron el green en su celebración, pese a que sólo el fallo de Olazabal, que golpeaba después, les aseguraba obtener el medio punto que necesitaban para ganar la copa (el empate no les valía al haber vencido Europa en la anterior edición). Olazabal trató de recuperar la concentración, pero su golpe era difícil y lo falló, dando la victoria a los americanos. Pocas veces en mi vida he sentido tanta rabia como en ese momento.
Esta semana se celebra la 39 Ryder Cup,
la única competición en la que participa un equipo bajo la bandera
azul de las doce estrellas; la copa de Europa.
leuthen
Nota: el 30 de septiembre siguiente fue el día del "milagro de Medinah"